El bar va cerrando, solo se
escucha este extraño ruido que parece venir de ninguna parte, espero tranquilo
mientras mi mundo empieza a retomar su curso. Pienso en si alguna vez alguien sintió
ese amor especial hacia mí si nunca nadie realmente me llevó consigo cuando partía.
Llega a mis oídos un susurro de
las hojas de los árboles que me pregunta cómo me lleno de polvo tan fácilmente.
Hace frío y sigo conservando la misma tormenta de hace años, llevando siempre el
invierno en cada una de mis andanzas. De algunas estaciones simplemente no
puedo escapar. Lo que no daría, por un corazón de plástico que sepa cómo vivir,
más rápido de lo que he aprendido. Sin embargo no me arrepiento del retraso y
sigo pensando en algo que espero se pueda rescatar.
Escucho las sirenas sonando
afuera, la ventana se va abriendo dejando entrar un aire vacío. La ciudad ya no
me parece estar muriendo, tiene mucho que compartir pero me mantiene en
suspenso. Apuestas rotas regadas por el piso formando compases de canciones
como si toda mi vida estuviera plasmada en ellas, melodías de personas que
nunca seré.
Todavía llevo en mi interior la
esperanza que me despertaron tus ojos y ciertos días sé que es mejor si no digo
una sola palabra. Supongo que debería estar orgulloso de la forma en que he
aprendido a convertir esto en un silencio lo suficientemente fuerte como para apagar
el ruido de todas las personas que alguna vez despedazaron este corazón.
Atrapado en un traje de un
viajero desgastado a causa de lecciones que he aprendido hace años. He ahogado todos
mis mapas en ríos de kerosene, con lo que, todo se ha ido mucho más rápido de
lo que había planeado. Una década yace frente a mis ojos, solo gente extraña
transita los bordes de mis rutas. Ya no necesito de más tiempo, sino de alguien
que me acompañe a casa. No soy nada más ni nada menos que voluntad, quizás haya
sido un regalo o bendición haber estado tanto tiempo solo.
El tráfico parece haber desaparecido
de mi sendero, en la mañana después de todas esas reacciones químicas a las
cuales mi sangre no está acostumbrada. Mientras mi alma le cuenta a la cuidad
alguna historia que valga la pena ser contada cuando se haya librado de esta
piel.Debería ajustarme a alguna rutina y mantener mis pensamientos en sobriedad, antes de que el cielo se derrumbe sobre mí en una nueva noche. Mi sistema pareciera que nunca se apagará y sigo teniendo todo este amor en los bolsillos que nunca gasto. Hice un hábito de perderlo todo, supongo que es hora de que hacer las cosas como se deben. Me veo desequilibrado por amor sin estar convencido de saber de qué forma llegué tan lejos. A algunas cosas vale la pena acostumbrarse, sin embargo, otras vale la pena dejarlas ir.