miércoles, 7 de noviembre de 2012

Icebergs en un lago.

No destapemos las viejas heridas y acompáñame bajo esas luces. A pesar de que nos perdamos en el camino, no me lo digas. Aunque la suerte nos ignore o me desahucie, déjame creer que somos santos. No quiero saber ni oír la realidad.
Me das puro veneno, y me lo bebo como si fuera oro. Si la fe me abandona, por favor, quédatela para ti. Porque mientes de una forma tan hermosa, que no puedo hacer más que creerte. Me mantienes con nuevas expectativas con cada palabra sale de tus labios.
Jugamos nuestro juego, y tú lo dominas tan bien. Sin embargo, sólo mostramos la parte blanca, buena y clara de nuestras personas. Los cimientos sobre los que nos sustentamos los mantenemos invisibles para nuestros ojos. Somos como icebergs, sólidos e invulnerables, prominente infranqueables en la mar.
Podemos quebrar cualquier ola sin el menor esfuerzo, nuestro frió corazón late tan fuerte y en las profundidades del hielo podemos sentir que nuestro destino está en algún lugar bajo aquellas luces. Porque tú así como yo también quieres brillar, muy por debajo del hielo te sientes como yo.
Tal vez llueva para nosotros mañana y en algún momento nos rindamos ante esas partes ocultas de nosotros mismos. He olvidado porqué, pero te he querido tanto. Cuando me marche deja todo lo oscuro de ti en aquellas tinieblas, promete que lo harás. Y si alguna vez nos volvemos a encontrar de nuevo te mostraré mi verdadero yo.

jueves, 1 de noviembre de 2012

La Bella y la Bestia.


Dicen que la música calma a las bestias. Pero,… ¿qué pasaría si además de calmarlas esta música las cambia? O sea las vuelve humanas, mucho mejores, más especiales, por decirlo así. Mientras la música suena ellas dejan de ser los monstruos que algunos piensan para convertirse en princesas o príncipes perdidos de cuentos de hadas. Príncipes y princesas de las cuales cualquier otra persona se podría enamorar.
La música suena, suena y el hechizo continúa danzando con su magia. Sin embargo, la misma música que transforma a estas bestias, con el pasar del tiempo, en las personas que se enamoraron de ellas va teniendo un efecto adverso, convirtiéndolas en seres oscuros similares a los entes que eran sus seres amados antes de escuchar la melodía.
Además de eso, para complicar aún más la situación, ¿qué pasaría si estas nuevas princesas y príncipes corresponden a ese amor? ¿Qué hacer? Dejar que el hechizo corrompa al ser amado hasta que no quede rastro alguno de lo que una vez fue o detener la música y aceptar la maldición que les fue propia, regresar a la oscuridad para volver a ser lo que desde un principio fueron. Aún así, indistintamente de las elecciones que se tomen las personas que se quedan amando frente a las nuevas o viejas bestias siempre se preguntarán si en el fondo de ellas las recuerdan y si queda algún resquicio de ese amor que compartieron en algún momento cuando ambos se veían como iguales.