Hay presencias que son grandes tormentas eléctricas concentradas en un solo ser y nos acechan a través del cielo que a muchos nos gusta remontar en libertad. Por fuera y en la distancia irradian luces al igual que relámpagos. Hasta que se ciernen sobre nosotros y hay momentos en los que llegan a saturar todos nuestros sentidos con sonidos de risas más potentes que truenos, descargas de energía al igual que rayos, ráfagas potentes de viento que nos mueven constantemente del lugar, como la lluvia y sus gotas de agua se transforman en nuestros por qué y los porqué. Los únicos elementos que llenan el vacío y lo único que necesitamos hasta el último aliento de nuestras vidas.
Tratamos de creer en cosas que no comprendemos como la forma de ser de las personas, los colores que manifiestan las almas, que el amor mata al dolor. Que la verdad nunca es en vano, que convierte a extraños en amantes y a los enemigos en hermanos. A veces se siente poder entenderlo y saber que en realidad nunca se planea nada de esto.
Como siempre, nuestros pensamientos le mienten a nuestros tontos corazones y lo peor de todo es que los pobres ilusos todavía les creen. Parecería ser una constante casi sin excepciones a la regla que aquellas personas que nos aman sinceramente, son aquellas que siempre y más desmerecemos. Que todos en algo llegamos a tocar fondo, que algunas veces somos olvidados, que nos cansamos de sentirnos solos o abandonados.
Entonces nos sentimos divididos, hablando con los muchos pedazos de nosotros mismos, hasta que aquellas partes escondidas que no dicen nada y solo derraman lágrimas silenciosas, se sientan a nuestro lado susurrándonos al oído que un día van a morir tratando de ayudarnos a hacernos comprender todo aquello que en un principio les dio origen, para partir con dignidad.
Y al igual que sentir ciertas presencias puede que estas situaciones lo cambien todo, cambien absolutamente todo dentro de nuestros seres. Daríamos lo que sea solo por perdernos en esas brechas de existencias, sin embargo, vacilamos demasiado y a veces no estamos seguros de creer todo lo que sentimos. Más aun cuando percibimos que ellas están tan cerca como se podrían llegar a percibir en este momento, que ahora no hay nada más sin eso, sin ello a nuestro alrededor.