Vuelvo a este lugar que me cuesta mucho dejar, imaginándote caminar
a la orilla del mar mientras tú me imaginas con la mirada perdida en el suelo.
Como los dibujos del libro El Principito que los adultos confunden, estamos
perdidos en estos desiertos faltos de sentimientos llamados ciudades que como
las serpientes nos van matando por constricción, arrojan sus calles alrededor
nuestro y nos aprietan cada día un poco más. Aquí, ¿quién es el asesino, quién
es el cautivo y quién es libre?
Esta noche teñida de fluorescentes nos divide y disuelve en
pantallas parpadeantes. Por los alrededores todos conocen los secretos de
todos. Cosas vistas, pero que no se ven.