martes, 20 de diciembre de 2011

En la oscuridad.

¿Cuándo fue la última vez que de verdad alguien estuvo sólo, sin llegar a pensar en su persona? En todo momento pareciera ser que otros están al tanto de lo que hacemos o dejamos de hacer, siempre observando y ese alguien en definitiva puede llegar a ser uno mismo. Hoy en día uno podría vagar por toda una eternidad antes de encontrar un lugar donde pueda ser quien realmente es.
¡A la mierda todo! ¡Si! ¡Al carajo! Aunque sea por un instante, desistamos un poco de ocultarnos y preguntémonos: ¿Cómo hemos dejado que nos ocurra esto? ¿Por qué insistimos en observarlo todo cuando nuestro instinto nos dice que dejemos de hacerlo? Quizás sea porque todos tenemos algo que esconder, esa cosa que tenemos atascada, apartada en la lejanía junto a todo lo demás. Todos deseamos comprobar en secreto que la oscuridad que llevamos dentro, sigue estando dentro. Y en efecto, si miras con suficiente detenimiento, ahí está, la puedes ver y ella también te verá.
Todos escondemos algo, ¿verdad? Desde que nos levantamos y nos miramos en el espejo, nos solemos poner a pensar en nuestros problemas diarios, nuestras pequeñas mentiras, en cobrarnos aquellas malas jugadas, cambiar las apariencias, quitarnos las alianzas (a veces materializadas u otras no) de los compromisos que nos mantienen presos y, ¿por qué no hacerlo? ¿Qué castigo hay en el hecho de pensarlo? ¿Cuáles son las consecuencias de ello? En serio, “somos personas y cometemos errores” eso nos decimos y todo debe perdonarse. ¿Pero qué ocurre si un cruel giro del destino nos convierte en otra cosa? En algo diferente, claramente deshumanizados, ¿quién nos perdona entonces?
¿Que diferencia a un humano de un monstruo, fuera de la apariencia, fuera de la terrible verdad? Caminan las mismas calles, usan la misma ropa, respiran el mismo aire, transitan siguiendo nuestros pasos. Hay bestias escondidas en los rincones más indómitos de nuestro ser. La verdad sobre ellas, es que a veces nos tienen más miedo del que les tenemos nosotros. Está esa expresión en nuestras caras, ese grito ahogado en las gargantas cuando por fin las vemos; ese impacto es suficiente para hacernos olvidar que alguna vez, también formaron parte de lo que realmente somos.
Algo a tener en cuenta es que, estas bestias, al haber formado uno con nuestro ser presentan resquicios de humanidad que las hacen salir de las profundidades para revelarse ante nosotros porque, incluso nuestra peor faceta puede querer escapar a la oscuridad y a la soledad. Y aún un monstruo puede sentir la más dominante de las emociones humanas, el miedo. Saben lo suficiente para recordar lo que una vez fueron, lo suficiente como para temer lo que pueden llegar a hacer. Y, a ese pequeño resquicio de humanidad, también le puede obsesionar el amor, la vida, las causas perdidas. Tienen las mismas debilidades, en cambio ni esto los puede volver normales. Pero, por sobre todas las cosas, es esto mismo es lo que los hace ser, de cierta forma, inolvidables.
Cada individuo pasa dos o tres días de su vida en el lado oscuro y luego normalmente se arrepiente de haber ido hacia allá, de haber cruzado la línea, ¿pero qué pasa si pareciera que sólo existimos en ese lado oscuro, detrás de esa línea? Aún siendo así, también querríamos las mismas cosas que los demás: una oportunidad en la vida, en el amor; no seríamos tan diferentes en ese aspecto. Lo intentaríamos, pero a veces llegaría el fracaso, y cuando eres distinto, cuando eres una especie de demonio, en esta realidad las consecuencias son peores, mucho peores. La gente puede despertar de sus pesadillas, en cambio a aquellos que viven en la oscuridad se les vuelve una cuestión realmente difícil poder hacerlo.
La vida se compone de una serie de decisiones y al parecer el hecho de enfrentar en lo que te vas convirtiendo por ende es igual. No es tan complicado para aquellos que están preparados, ellos parecen enfrentar su destino y seguir adelante, el resto persiste. Después de las oraciones y de tirar tierra sobre los ataúdes de aquello que fueron, siguen esperando. Porque para algunos hay preguntas más importantes: ¿qué somos ahora? ¿a dónde vamos desde este momento?
Los encontramos en esta especie de eternidad que no va a ninguna parte, entre lo humano y lo inmaterial de nuestros pensamientos; Mr. Hydes, algunos de los cuales eligen simplemente aceptar aquello en lo que se han convertido, sin embargo otros no. Lo que nos deja con la decisión más importante, aceptar lo que somos o negarlo. ¿Cuál sería la verdadera maldición, tener cierta parte de oscuridad en nuestro ser o negar poseerla?

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