Ganá confianza y demostrá lo que vales.
Ciertas personas nos resultan intimidantes, y agachamos la cabeza. ¿Cómo evitarlo?
Un jefe arbitrario, un amigo con demasiada seguridad sobre sí mismo, padres que nos siguen tratando como niños e intentan manejar nuestras vidas, e incluso hijos que pretenden desobedecer nuestras demandas; en diversas situaciones de la vida cotidiana, nos cuesta defender nuestra postura, y terminamos bloqueándonos y resignando nuestros intereses.
Se trata de una cuestión de actitud. Seguramente, los otros son menos intimidantes de lo que vos crees, y vos seas menos torpe para defenderte de lo que piensas. La dificultad reside en cómo te anticipas a determinadas situaciones. Si se acerca tu jefe y tus pensamientos ya te remiten a una situación amenazante, lo más probable es que no vas a poder afrontarla y efectivamente, así sea. Esta suerte de profecía autocumplida sólo existe porque vos la formulas.
Es tiempo de revertir tus ideas sobre vos mismo, erradicar esos pensamientos negativos y confiar en que vas a saber responder adecuadamente. Defenderte ante las figuras de autoridad o muy seguras no implica faltar el respeto.
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