Pregúntale a la mayoría de las personas que quieren en sus vidas y la respuesta es fácil… SER FELICES. Es de creencia común que los pensamientos positivos nos dan una vida feliz y saludable.
De pequeños nos dicen que sonriamos, que estemos alegres y pongamos una cara feliz. De adultos nos dicen que miremos el lado positivo de las cosas y miremos el vaso medio lleno.
Algunas veces la realidad se cruza en el camino de nuestra capacidad de ver la parte feliz. La salud puede fallar, las parejas pueden engañar o abandonar, los amigos y la familia pueden decepcionar. Es en estos momentos cuando solo quieres hacerte real, dejar de actuar y ser tú mismo, asustado, infeliz.
Cuanto más trabajamos en nuestro estado de felicidad, más confundidos nos encontramos, hasta el punto que no nos reconozcamos. En cambio, solamente seguimos riendo, tratando ser la persona feliz que a veces lamentamos no ser. HASTA QUE TARDE O TEMPRANO TE GOLPEA. ¡HA ESTADO AHÍ TODO EL TIEMPO! EN NUESTROS SUEÑOS O ESPERANZAS, EN LO CONOCIDO, EN LO CÓMODO, EN LO FAMILIAR.
La felicidad no es un estado permanente. Existe por momentos, fugazmente. Desaparece antes de que nos demos cuenta que estaba allí. La podemos experimentar en cualquier momento. En un acto de bondad de un desconocido. En una tarea que requiere de una total concentración. O simplemente la comodidad de una vieja rutina. Cada día, todos experimentamos estos momentos de felicidad. El truco es saber cuando están sucediendo. Para poder abrazarlos. Vivir en ellos... y finalmente dejarlos ir.
Y COMO DIGO LO BUENO ES QUE LO MALO PASA, LO MALO ES QUE LO BUENO TAMBIÉN...A CADA NOCHE VENDRA UNA ESTRELLA A HACERME COMPAÑIA...
¡LA PUCHA QUE VALE LA PENA ESTAR VIVO!
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