Si hay días raros, grises y con sentimientos desencontrados son estos últimos que estoy viviendo. Es como si hubiese una de esas pelotitas de gomas en una habitación sin puertas ni ventanas que revotara incesantemente contra sus paredes, yendo cada vez más y más rápido. Solo que yo soy esa habitación sin paredes ni ventanas, a pesar de esto creo que soy demasiado bruto e idiota como para estar triste.
Ya no tengo a nadie en quien detenerme a pensar y es como si en mi cabeza ya no hubiese nada, como si finalmente supiera o lograra inconscientemente poner mi mente en blanco. No es mucho de mi agrado, porque, si ya no están esos sentimiento, esos pensamientos qué es lo que me haría diferente de esta silla donde estoy sentado, de la mesa sobre la cual Aura (mi notebook) se encuentra apoyada, hojas sueltas a su lado y ese librito que me dice que lo vuelva a leer porque no aprendí todo lo que tiene para enseñarme.
Solo veo estas cuatro paredes, un espejo en el que me reflejo, lápices y pápeles sobre los cuales he escrito algún que otro renglón con pensamientos e ideas sueltas, Aura sobre la cual tipeo estas palabras, quisiera destrozar o prenderle fuego a todo pero ni siquiera eso hago. Empiezo a creer que tengo que tirar todas las hojas en blanco que se encuentran a mi alcance y eliminar los procesadores de texto de la máquina, no piratear libros o pedirlos prestados. Tal vez, así quizá no me importe quien pero finalmente busque a alguien a quien hablarle y contarte lo que en realidad me está pasando.
Es fácil pensarlo, ciertas veces, cuando esta idea viene a mi me siento realmente esperanzado y hasta creería que siento un pequeño dejo de felicidad. Pero como siempre se va extinguiendo de a poco hasta quedar en nada. Realmente es muy complicado para mi encontrar una persona con la que realmente me sienta lo suficientemente cómodo como para expresar lo que pasa por mi cabeza en el momento, mis ideas, hacer alguno de mis juegos; sin que está persona me juzgue, sin que se burle o piense que estoy realmente chapita (bueno aunque esto último no lo voy a negar sinceramente creo que soy un “loco alterado”), sin que me ponga límites sino que me incentive a cruzarlos. Pienso y sigo pensando pero no conozco a nadie así.
Da la sensación que estoy dejando de ser yo, de ser “Tor”. Ya no me sale por las noches jugar con las luces y las sombras, como solía hacerlo hace tiempo, sentir ese “algo” que creo suele ser inocencia. En este momento no recuerdo lo que se siente sonreír y no me sale hacerlo. Ya no está esa carga que venía soportando, pero en su lugar quedo un gran vacío. Cuando empecé a sentirme cómodo conmigo mismo me termina por pasar esto, hasta descubro que tengo nuevas capacidades que ni siquiera imagine que tendría. ¿En qué clase de persona o cosa me estoy convirtiendo? Nada está mal, pero tampoco nada está bien, es como una línea recta.
Pensar que hace unos días desperté teniendo muchas ilusiones para con alguien y ahora no sé donde quedaron. La idea del amor, de enamorarme o que me pueda llegar a gustar alguien de a ratos me fascina, pero el hecho de ponerla en práctica me da terror. El amor y yo sería como si se agregase otra pelotita de goma a la habitación, una de ellas sería ese sentimiento y la otra yo. Las dos rebotarían sin cesar por todos lados hasta que finalmente cada cierto tiempo chocan y vaya que chocan. Como en todo choque hay un encuentro, un cambio e intercambio y a veces daños, dependiendo del tipo de choque, y lo que sea que choque. Extraño ese sentimiento lograba sacar lo mejor de mí. Las medidas de la habitación son de 100 km x 100 km x 100 km, así que calculemos las probabilidades. Por ahí, cuando esta confusión pase encuentre nuevamente a esas nuevas ilusiones.
Sigo siendo demasiado cobarde supongo, tampoco lo niego. Si alguien pregunta dónde están los cobardes yo no voy a dudar un segundo en levantar la mano y decir acá está uno de ellos.
Pido señales a cada rato, creo que las recibo pero no las distingo. Uno de estos días mi ángel de la guarda se va a aparecer con un cartel con luces diciendo: señal para Tor, o simplemente se va a dar por vencido y pedir su renuncia. De todos modos ya que estoy te doy gracias Angelito de la Guarda por cuidar de este cabezota.
En fin, sigo pidiendo señales y espero poder distinguirlas esta vez. También está este inmenso espacio vacío que tengo que llenar, pero, ¿CON QUÉ? Ya se va acercando la hora del ir al gimnasio, tal vez, soltando unas cuantas patadas y piñas todo esto finalmente se vaya. Y pueda volver a sonreír con nuevas ganas.
¡Me voy al carajo con las comas y los signos de puntuación! ¡La recalcada concha de la lora y la reputísima madre!...
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