domingo, 10 de julio de 2011

Cofres vacíos.

Hace muchos años ya que llegó a este mundo, es un pequeño viajero y explorador. Uno que así como las grietas de una pared comenzó pequeño y fue creciendo con el tiempo. 
A veces, se marea y se confunde en el camino cuando ve demasiada gente, demasiados carteles, demasiadas tiendas y demasiadas luces. En esos momentos pareciera ser que necesita de la guía y ayuda de alguien más. 
A él le gustaría que si lo encuentran descansando, con la mirada perdida en alguna esquina, se sentarán a su lado. Y aunque parezca distante le leyeran las líneas favoritas de sus libros preferidos. ¡Por favor! Léanle sus líneas favoritas.
De vez en cuando piensa en dar por terminado su viaje, abandonar este mundo e ir a buscar al Creador. A aquél que entiende todos los sentimientos que guarda su corazón y esa necesidad de llorar por las noches cuando nada lo ayuda a soñar. Y… tal vez regrese algún día, tú entenderás. 
Si algún día regresara, tan solo lo haría por períodos cortos. Más que un explorador y viajero sería ya un pequeño visitante. Parecerá alguien de edad, con una presencia casi imperceptible y la mirada contemplativa. 
Quizás, con una gorra en la mano se sentará en plazas viendo las ciudades cambiar. Para entonces pasará un tiempo en esta y otro, tal vez en aquella. 
Afuera de las tiendas que lo mareaban y confundían habrá carteles con luces y nombres aun más grandes y llamativos. Las criaturas gritarán, o eso le parecerá, mucho más fuerte que antes. 
Su Mamá secó su rostro muchas veces, sin embargo, ese su niño perdía toda su gracia con cada lágrima que iba derramando a medida que su corazón iba quebrándose en mil pedazos. 
Y tú sabes… algunas cosas en la vida pueden cambiar y otras permanecen siempre iguales, como el tiempo. Siempre hay tiempo en sus pensamientos, así que, háganlo a un lado que a él eso no le molesta. Tan solo denle algo de tiempo,… que estará bien.

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