jueves, 7 de julio de 2011

Que venga el dolor.

El dolor adopta formas diversas, una puntada, una leve molestia, angustias y penas, dolor sin más, el dolor con que convivimos a diario. En cambio hay un dolor que no podemos ignorar, un dolor tan enorme que borra todo lo demás, y hace que el mundo se desvanezca hasta que solo podemos pensar en cuanto daño hemos hecho. La forma en que enfrentamos el dolor depende de cada uno de nosotros. ¿Al dolor anestesiarlo, aguantarlo, aceptarlo, ignorarlo? Para algunos la mejor manera de enfrentarse a él es seguir viviendo. 
El dolor supongo solo hay que aguantarlo, esperar a que se vaya por si solo y a que la herida que lo causaba cicatrice. No hay soluciones ni respuestas sencillas, a veces solo hay que respirar muy hondo y esperar a que se calme. La mayoría de las veces el dolor puede aliviarse cuando es físico. Hay que aprender a aceptar el dolor, porque lo cierto es que nunca te abandona y la vida siempre lo acrecienta.

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